Norma Legal Oficial del día 04 de agosto del año 2018 (04/08/2018)


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NORMAS LEGALES

Sábado 4 de agosto de 2018 /

El Peruano

y arpones de cobre, del primer y segundo milenio de nuestra era. El copioso material arqueológico de la costa peruana da muestra de la importancia de la pesca en las sociedades precolombinas, proveyendo al mundo contemporáneo de información sobre conocimientos, técnicas y prácticas a través de los implementos de pesca y representaciones de esta actividad en la cerámica, en el textil, en adornos en orfebrería, e incluso en la decoración arquitectónica, entre otros; Que, los conocimientos, técnicas y prácticas asociados a la pesca contaron con un alto desarrollo, del cual se mantiene un corpus aún vigente hoy en día. Una de las razones para esta permanencia ha sido la continuidad de la actividad pesquera prehispánica a través de sus descendientes tras la Conquista, quienes no renunciaron a esta forma de vida. Si bien durante el Virreinato esta actividad no permitió el enriquecimiento, implicó para estas poblaciones, que no disponían de tierras para el cultivo, la no inclusión en el sistema de mita y una carga menor en tributación, la que fue hecha en recursos hidrobiológicos. El transporte nativo por balsas, conocidas como balsillas, fue por mucho tiempo el principal medio de transporte y de intercambio por trueque, permitiendo la reproducción de las antiguas técnicas de pesca y de navegación entre las poblaciones de pescadores, conviviendo, con las nuevas tecnologías de explotación pesquera del siglo XX, que harían de la pesca un sector industrialmente importante y una de las mayores fuentes de riqueza del país; Que, en materia de tecnología tradicional, la pesca en el Perú se ha manifestado en la elaboración de naves y en los medios y conocimientos para la recolección de recursos hidrobiológicos. Las embarcaciones usadas eran de diversos tipos, siendo este rubro uno de los primeros en ser conocidos por los europeos que incursionaron en el Tawantinsuyu. La nave compuesta por haces de totora, conocida popularmente como caballito de totora, sigue en uso en las costas de la región norteña de Lambayeque y La Libertad. Más al norte existió otro precedente que dominó buena parte de la costa peruana, la balsa de troncos, la primera en ser avistada y capturada por una expedición liderada por Francisco Pizarro, en su segunda incursión por mar. Esta nave era de un tipo común en la costa peruana, en particular en la costa tropical, y era conocida en quechua con el término genérico de huampu. Fabricada con la madera del palo de balsa (genus ochrona), era ideal por su ligereza, impermeabilidad y resistencia a los cambios de humedad que admitía variantes de diversa complejidad y dimensiones, de acuerdo a sus funciones y la carga a llevar. El diccionario de Gonzales Holguín muestra que existían términos para definir a la borda, a las velas, a la popa y a la proa de la nave, y tenían un cobertor en medio de la plataforma, y los tablones llamados guare, de unos tres a cuatro metros de largo, que se colocaban verticalmente en la proa y la popa de la balsa, insertados entre los troncos de la plataforma de la nave, haciendo respetivamente de quilla y timón, pudiendo ser alzados o bajados según las necesidades de la navegación. Con ellos la nave podía remontar las corrientes y los remolinos, y cambiar su curso sin depender únicamente del viento. Estas balsas podían llevar velas cuadrangulares o triangulares. Hay que destacar que en la América prehispánica, la civilización andina fue uno de las pocas áreas culturales donde se dio el uso de velas, ya sea de algodón para las balsas, o de totora, para las naves hechas con el mismo material en el altiplano; Que, flotas de estas balsas fueron claves en el desarrollo de reinos costeños como el de los chinchas, los mayores comerciantes de la costa prehispánica en el segundo milenio de nuestra era, y grandes aliados de los incas en su escalada conquistadora. También fue posible con ellas hacer viajes a larga distancia, tal como detallan los mitos de Naylamp y Tacaynamo y las noticias sobre el posible viaje de Tupac Inca Yupanqui por el Océano Pacífico; historias que a decir de María Rostworowski mostrarían un mundo acostumbrado a la práctica de la navegación; Que, la región del Pacífico tropical, que comprende la costa entre Lambayeque y Guayaquil, fue desde tiempos prehispánicos un área marítima de intercambio. Este carácter se acentuó con el impulso dado al comercio por

la economía virreinal, que tuvo en las balsas de troncos un medio eficiente y seguro de transporte a cargo de los experimentados balseros indígenas. Según María Rostworowski, estas balsas podían transportar de 200 a 300 arrobas en productos, abasteciendo las necesidades creadas por el movimiento económico del Virreinato y del primer siglo republicano. Su utilidad, unida a la pericia y los conocimientos de los balseros, permitió que esta tecnología perviviera hasta el siglo XX, cuando hizo su aparición la explotación pesquera con fines industriales. Este tipo de balsas han perdurado hasta el día de hoy, con el nombre de balsilla y sigue siendo fundamental para la pesca artesanal en la costa norte, por su ligereza y adaptabilidad a las corrientes, aunque en dimensiones menores que las referidas por las crónicas y la arqueología, y con el papel auxiliar de trasladar a los pescadores a los veleros ubicados cerca de la costa, por lo que se impulsan a remo. El velero, nave de construcción cóncava y sin motor, es hoy en día el medio dominante de navegación de la pesca artesanal en el mar tropical norteño; Que, las poblaciones de las caletas de Cabo Blanco y El Ñuro se fundaron alrededor de un siglo atrás, según tradición oral por familias procedentes de Sechura con apellidos como Tume, Chunga, Chapilliquén, Querevalú, Pingo y Panta, y muchas otras más, que han continuado con la tradición pesquera por vía familiar, tanto por el aprendizaje de generación en generación como por una serie de uniones matrimoniales y de alianzas entre las familias de pescadores. Parte de esa población está actualmente organizada en gremios y asociaciones de pescadores. La pesca en la tradición sechurana se realizaba con balsillas de troncos, pero el crecimiento poblacional y de la demanda, como la relativa escasez de recursos hídricos en el litoral cercano, promovieron en la segunda mitad del siglo XX que estas fueran sustituidas por veleros cóncavos. Su rasgo más definitorio es el uso de la vela triangular heredada de las antiguas balsas, indispensable para la navegación en aguas más profundas y el uso de la orza, pieza de madera en la popa del velero, cuya función es esencialmente la misma del antiguo guare, evitar que el viento lleve la nave a la deriva; Que, estas naves son actualmente construidas por carpinteros nativos en caletas distribuidas entre Cabo Blanco y Máncora, y también pueden ser compradas en los astilleros de Paita y Talara. Sobre el modelo original se han hecho mejoras que le permiten mayor adaptabilidad a las corrientes, a fin de lograr mayor velocidad en la navegación. Pero la base de su utilización es un conocimiento de las corrientes y los vientos del mar tropical peruano, y de diversas técnicas de pesca, producto de siglos de experiencia, que se han transmitido a través de los vínculos familiares y de paisanaje, y que conforman la principal herencia cultural e identitaria del sector dedicado a la pesca artesanal en las caletas de Cabo Blanco y El Ñuro; Que, las caletas de Cabo Blanco y El Ñuro están ubicadas en la confluencia de dos corrientes marinas, la corriente de Humboldt o Corriente del Perú, de aguas frías, que con un ancho de 150 millas recorre la costa del Océano Pacifico de sur a norte, y la corriente ecuatorial, conocida también como corriente del Niño, de aguas cálidas, que va de norte a sur. Esta circunstancia hace del mar en esta latitud uno de los ecosistemas más ricos y variados del mundo, abundante en especies como el atún, la mantarraya, el pez espada, el mero, el pez vela o las langostas, y también especies como tortugas, delfines, tiburones e incluso ballenas jorobadas. Muchas de estas especies han sido reproducidas en la cerámica de las culturas Moche, Vicús, Sicán y Chimú, y eventualmente aparecen representadas en culturas más al sur como Lima y Nazca, indicando que en tiempos antiguos las corrientes cálidas llegaban periódicamente a aquellas latitudes. Esta riqueza fue razón para que la caleta de Cabo Blanco se convirtiera en un centro de pesca deportiva de primera importancia durante las décadas de 1950 y 1960. La riqueza marítima también ha impulsado a formas de captura masiva por actores externos que perturban el desarrollo de las especies, incidiendo negativamente en la pesca artesanal que ha dominado en la región;